Ginés Alarcos pensaba que la capital madrileña se le quedaría grande cuando con 18 años se marchó a estudiar Ingeniería Técnica en Topografía. Nacido en Vélez-Blanco, Ginés se lanzó a la aventura con una maleta y unas pocas pesetas en el bolsillo, y obtuvo como resultado años de mucho estudio, aunque recuerda con cariño cómo el primer curso sólo consiguió aprobar Dibujo Técnico. Casado y padre de dos hijos que le siguen dando la vida aunque ya sean adultos independientes, Ginés se encuentra hoy en la etapa de tranquilidad y reposo que ha ansiado durante mucho tiempo.
De no haber sido topógrafo, ¿a qué te hubieses dedicado?
Mi idea era hacer Empresariales para trabajar en un banco, en la caja. La cambié por completo gracias a un topógrafo que se encontraba trabajando en mi pueblo tomando unas medidas y en ese momento fue cuando conocí la profesión. Me llamó la atención lo que estaba haciendo, nunca lo había visto.
¿Crees que la gente sabe realmente lo que significa ser topógrafo?
La mayoría lo desconocen. De hecho, los que nos metemos a estudiar Topografía tampoco lo sabemos al principio. Luego, en el trabajo de campo de la obra civil, no aplicamos ni el 10% de los conocimientos.
¿Por qué sois necesarios en la sociedad?
La respuesta es sencilla. La sociedad necesita infraestructuras y somos los topógrafos los que tenemos el conocimiento geométrico para poder llevarlas a cabo. En la disciplina hay una serie de ramas que confluyen para poder hacerlas. Por este motivo la Topografía es importante y, sobre todo, la Cartografía, porque para construir hay que saber cómo es el terreno, el relieve y la orografía.
¿En qué año llegaste a Grupocopsa y cómo recuerdas tus principios?
Llegué este mismo año, hace ocho meses. Yo, que ya pensaba que con mi edad no iba a trabajar más como topógrafo… El puesto me vino un poco de rebote. El director le comentó a un compañero que necesitaban un profesional de la Topografía y éste lo puso en el grupo de WhatsApp del Colegio de Topografía de Almería. Me interesé por la oferta y eché el currículum. Al día siguiente me hicieron la entrevista y me cogieron.
¿Ha cambiado mucho el sector desde tus comienzos?
No ha cambiado mucho, es un sector muy tradicional. Las disciplinas se transforman poco.
Sabemos que la tecnología avanza cada día a pasos de gigante. ¿Cómo has conseguido traspasar esta barrera e incorporar los progresos a tu trabajo?
Bueno, esto ha sido una cosa progresiva. En mi caso estuve trece años sin tocar la Topografía, y en 2008, cuando el negocio de las canteras al que me dedicaba cayó por la crisis, me puse a estudiar. Ahora, sobre todo me cuestan los programas de diseño, que son los que más han evolucionado. Respecto a los equipos, uso el GPS y la Estación, aunque esta última ya no se usa tan habitualmente.
¿Qué es lo más fácil y lo más difícil de tu profesión?
Lo que más, la responsabilidad. La responsabilidad del error. Sobre todo en obra, los topógrafos no podemos dedicarle el tiempo suficiente. Marcas puntos y te vas a otro, por lo que te sueles ir a casa con la duda de si lo has hecho bien. Eso te lleva a que la presión por la probabilidad de error sea alta, y es un punto de estrés para mí. Al final, la mentalidad del técnico es que todo salga bien. Luego esto se compensa con lo fácil: trucos que facilitan el trabajo diario y la práctica de la observación. Sé que hubiese sido muy diferente el trabajo en el banco, donde la mecánica es cuestión de tiempo y siempre es más o menos lo mismo.
También hubiese sido muy diferente la conciliación porque, ¿cómo consigues conciliar el horario laboral de la obra con la familia?
Ahora mismo muy bien. Mis niños son independientes, y esta situación sumada a la flexibilidad de la empresa hace que no tenga ningún problema.
¿Cuál es tu reto profesional más inmediato?
Estoy feliz y tranquilo, esto ya es un triunfo. Han sido diez años sin estar en el sector y ahora mi sueño es seguir trabajando. Ojalá pueda llegar a jubilarme ejerciendo mi profesión.